Escucho…
Mi pasión, mi profesión…
Escuchar.
Comunicamos tanto.
Sin saberlo.
Siempre estamos comunicando.
Nuestros miedos, nuestros deseos, nuestros anhelos e ilusiones, nuestros fantasmas y ángeles.
Nos presentamos como somos y como queremos ser.
Somos libros abiertos para aquellos que saben leernos, para aquellos que quieren leernos, para aquellos que son conscientes de la importancia que tiene mirar a los ojos.
Escucho lo que la gente dice y lo que calla.
Escucho el mensaje evidente y el que está escondido entre líneas.
Escucho mirando atentamente a mi interlocutor.
Escuchar. Cuesta tanto a alguien que escuche. Estamos demasiado ocupados hablando como para escuchar. Vaya error más terrible.
Escucho a mis pacientes, escucho a mis clientes, a mis editores, a la gente con la que hablo, a la gente a la que ayudo y a la gente con la que interacciono.
Siempre se me ha dado bien escuchar. Quizás porque es una gran muestra de respeto, de profundo respeto.
Escucho y observo.
Pregunto.
Escucho los detalles.
Estimulo a hablar. Hablar es bueno para el corazón, para el que quiere escuchar y para el escuchado.
Antes de dar un diagnóstico, diseñar una charla, escribir un libro o planificar una formación, escucho, observo, analizo, traduzco y solo entonces me pongo a trabajar.
De nada sirve correr mucho si no estás en el camino adecuado.
De lo que veo, de lo que escucho y de lo que vivo se nutre mi blog. Te invito a que lo visites. Si quieres que imparta una charla, una formación o un proceso de consultoría no dudes en ponerte en contacto conmigo. Te escucharé encantado. Si quieres que analice lo que estás viviendo también te escucharé y te ayudaré a darle una explicación.